Antes de volar hacia Shangai (Shanghai en inglés y 上海 en chino) , un chino me dijo que mucha gente la consideraba el Nueva York del Este. Ahora puedo decir que... no tiene nada que ver. Si acaso le daría la razón haciendo mucho énfasis en lo del Este, ya que hoy por hoy, oriente y occidente no tienen nada que ver. Es otra manera de vivir y otra forma de pensar, y el que no se de cuenta de esto paseará siempre ciego por Shangai.
Lo que si es verdad es que es una ciudad genial en la que se combina perfectamente pasado, presente y futuro (como veis me he aprendido bien el eslogan).
Ha sido un viaje increíble. Probablemente una de las principales razones haya sido la magnifica compañía que he tenido. Mâlì (马立), la chica de la foto se ha currado hasta el último minuto del viaje. Además es una guía de las que no encuentras en ninguna agencia de viajes, y es que la amistad hace mucho. Por cierto, le debo un viaje igual o parecido en Europa. Voy a tener que estudiar mucho para estar a la altura. Os cuento todo lo que hemos hecho para que os hagáis una idea. El primer día paseamos por 'la plaza del pueblo' y toda la zona centro de Shangai. Más tarde fuimos a un espectáculo acrobático en el que representaban la conjunción del tiempo. En cierto modo eso es Shangai. Vas por la calle y te encuentras un rascacielos, sigues andando y ves un edificio francés de principios del siglo XX (o eso me dijeron) y cuando menos te lo esperas aparece un edificio que lleva desde la dinastía Qing ahí. El espectáculo es impresionante. Había visto un par de cosas y no me defraudo en absoluto. Si queréis echarle un vistazo entrad en www.era-shanghai.com.
El miércoles visitamos los jardines Yuyuan. Es como retroceder mucho tiempo en otro planeta. Todo lleno de bonsáis, rocas, orquídeas, edificios bajitos de madera con madera tallada, cuadros, caracteres, fuentes, cascadas... En mi espacio (http://miguelsuch.spaces.live.com/) hay bastantes fotos. De hecho, todas las que pudimos sacar antes de que la cámara se quedara sin batería. Cruzamos el Huangpu en un ferry y subimos a lo alto del tercer rascacielos más alto de Asia para después cruzar de nuevo el riachuelo y entrar en 1900. En esa zona hay unas calles geniales para pasear. Amplias y llenas de tiendas. Es una pena que empezara a llover y nos hiciera volvernos a casa.
Al día siguiente conocí la universidad de Mali y a chinos de Hong Kong. Curiosamente no tienen nada que ver con los chinos ‘continentales’. Están bastante más metidos en occidente, como Singapur. Ese día fue tranquilo. Volvimos a Shangai y estuvimos andando por el centro y fuimos a cenar a un restaurante ‘normal’ (claro, normal para ellos).
El Jueves hicimos una excursión hacia el interior. Wûzhèn, una ciudad que sigue intacta desde hará mil años. Puentes, góndolas, una fábrica de vino de arroz... Podría hablar mil horas de ello, pero prefiero que veáis las fotos y así no aburro a nadie.
El sábado fue bastante tranquilo. Andamos por unos de los barrios más antiguos de la ciudad. Edificios parecidos a los de wuzhen, muchos puentes y gente, mucha gente. Probé algunos de los manjares locales. Siguiendo mi costumbre lo hice sin preguntar qué comía. Más tarde descubrí que no había nada raro en todo aquello, aunque los sabores fueran completamente diferentes. Además la única pega ha sido lo dulce que es la comida en el sur de china. No obstante, he de confesar q a algún McDonald si que he ido, porque ya que muchas veces no había tiempo para comer bien, al menos que fuera un mal barato y conocido.
Más o menos, eso ha sido todo. Uno de esos viajes que consiguen quitarte las gafas de occidental y ver en qué mundo vivimos. Yo voy a volver a China siempre que el tiempo y el dinero lo permitan. Os recomiendo a todos que vayáis y os dejéis empapar por la gente. Lo mejor es no intentar comprender nada y asumir que todo es normal para que al final todo case.
Leí un artículo en el vuelo sobre una europea que viajaba a Brunei y cómo intentaba entender todo según su forma de pensar y se equivocaba siempre. Por ejemplo, veía flechas en el techo de las habitaciones de los edificios y pensaba que señalaban la salida de emergencia más cercana cuando en realidad apuntaban hacia la Meca. A mí cosas así no me pasan ya. En estos sitios soy mucho más ingenuo. Si alguien me dice, “mira, un burro volando” lo primero que haría sería darme la vuelta y mirar, por si acaso. Tanto es así que vi al “Flying Spaghetti Monster” desde la plaza del pueblo. Podéis ver la foto en la colección.
Eso es todo. Espero que os sirva para disfrutar un poquito del viaje. Seguramente no sea lo mismo que vivirlo, pero si os pica la curiosidad por algo escribidme algún comentario y lo contesto en el siguiente post. Sino... ya escribiré más cosas.
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